lunes, 10 de abril de 2006

Los Prisioneros en Caracas 18 02 06

Nunca fui seguidor de este famoso grupo chileno de los ochentas, y después del concierto ofrecido en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, puedo decir que no lo seré nunca jamás, fue una de las experiencias más negativas que he tenido en concierto alguno en los últimos veinte años, y aunque vivimos y hemos vivido en un país que nunca ha sido atractivo para las grandes estrellas, en algunos momentos de nuestra golpeada economía algunos empresarios han hecho sendos negocios con llenos en nuestros pequeños pero calidos espacios para conciertos.

La cosa empezó mal de entrada, cuando se apagan las luces y me entero por el locutor en “off” que la ‘compensación’ por los locales es el DJ Tony Escobar, casi me salgo de la sala del susto, pero en fin, había comprado dos entradas, una para mí y una para mi flaca, quien iba con mucha ilusión a recordar tiempos felices de sus coloridos años ochenta, trague grueso, pero lo peor no había pasado todavía.

El escenario de Los Prisioneros estaba preparado con muy buen gusto, buena iluminación, el teatro es una belleza, como ya sabemos todos en Venezuela, la UCV es patrimonio cultural de la humanidad, orgullo nuestro.

Empezó el concierto y el público se calentó de inmediato cuando los chilenos salieron y comenzaron a recordar en vivo sus viejas canciones, algunas las conozco, otras, en mi vida las he escuchado, pero como la buena onda se contagia, la energía positiva también llegó a tocarme un poco cuando reconocí alguna de sus viejas conocidas, todo bien, el cantante y guitarra, creo que se llama Jorge ‘algo’ se dirigió al público dos veces, para decir ‘buenas noches’ y para decir ‘adiós’.

Después de aproximadamente 45 minutos de concierto (y no estoy exagerando), se despidió de un publico que, eufórico de ganas, le pedía otra.

Los tipos no salieron más, prendieron las luces y aproveché el momento para salir de la sala un poco disgustado, no tanto por mí, sino por la gente que de verdad pagó una entrada, que no era para nada económica, además. Fue una falta de respeto.

Alguien me comentó, que después de la inmensa ola de ‘otras’ que pidió el público emocionado, el tal Jorge ‘algo’, con una guitarra acústica salió del ‘paquete caraqueño’ improvisando alguna mamarrachada, y arregló un poco con los pies lo que había ‘jodido’ con las manos.

El sonido fue muy malo, la batería sonaba como una montaña de cajas de cartón, también se cuela por allí algún chisme que dice que los cuarentones se disolvieron nuevamente, y posiblemente este haya sido su último concierto

Nada peor que morir sin dignidad

PD: estoy vivo, tengo mucho 'laburo' pero aquí estoy, saludos a todos los amigos y curiosos que por aquí navegan de cuando en vez.