¡Coman sardinas!

12 de la medianoche; una pequeña sensación de ardor en la boca del estomago.
Hora de levantarse de la cama; esperar con paciencia los comerciales.

Una lata de sardinas en la despensa me recuerda a mi abuelo Francisco Peña, sus historias de la guerra civil española, cuentos extraños aquellos, 'ligando tías' en los pueblos, ¿Qué clase de guerra fue esa?; la comida en el barco: sardina con pan tostado y gofio, menú de lujo en alta mar; cada vez que abro una lata de sardinas me vienen todas ésas imágenes a la mente.

De pronto recuerdo que hoy es mi cumpleaños, menú de lujo para recibir mis 41 años, que no entiendo todavía como han llegado, pero aquí están: ¡bienvenidos pues!

Últimamente me ha dado por pensar que tengo un pequeño retraso mental, porque me siento de 23, no de 41; ¿y la crisis de los cuarenta?: la estoy esperando asustado, a lo mejor mientras más tarda, más duro cae. O a lo mejor no, en fin.

La sardina es un alimento maravilloso, los médicos la recomiendan, no solo por su valor nutritivo, sino porque ayuda a eliminar ese que llaman el colesterol ‘malo’, villano iracundo de las películas terroríficas de hipertensión y paralizantes ‘acevés’.

Y a los cuarenta y uno, hay que cuidarse, dicen.

¿Con que acompañar una deliciosa lata de sardinas?: con cazabe; tostado en el horno con un toque de mantequilla, manjar de nuestros antepasados los americanos de piel roja.

A cualquier lector de estas líneas que no conozca o no haya comido cazabe, se lo recomiendo con los ojos cerrados, eso si, bien tostadito; además es muy rico en fibra.



Diccionario:
Gofio. (Voz guanche).
Harina gruesa de maíz, trigo o cebada tostados, a veces azucarada.
Cazabe.
Especie de torta muy delgada hecha a base de harina de Yuca.
Yuca.
Liliácea americana parecida al áloe, aclimatada en los países templados y con cuya raíz se elabora una harina alimenticia.