Rock en el idioma de Cervantes

A principios de los años 70 comenzó la carrera del grupo Kiss.

Yo era un adolescente fanático de este grupo, líderes de algo que se dio a conocer luego como glam rock (odio las etiquetas), muy a pesar de su extraño atuendo, este cuarteto de rock duro tenía un sonido sólido y contundente, su primer disco en vivo Alive!, es un trabajo impecable donde el sonido de las guitarras de Ace Frehley, y la combinación de las voces de Paul Stanley y Gene Simmons, crean una atmósfera entre sicodélica y oscura, con muchas influencias de lo que grandes bandas habían comenzado en los sesenta, y que esta gente, en cierta forma, vino a concretar.

Todo lo que se conoce luego como Heavy Metal, tiene mucho que agradecer a estos músicos norteamericanos, quienes luego de hacer una fortuna entre giras, ventas de discos, y Merchandising, se perdieron dentro de si mismos en una década que comenzaba, promisoria y llena de expectativas, pero incierta.

Los ochenta agarraron fuera de base a más de uno, y algunos tuvieron incluso que desaparecer, para dar paso a lo que se venía en la industria discográfica, las superventas millonarias, la década de la decadencia y la cocaína, y también de los bodrios y de las superproducciones multimillonarias, y en lo que al rock anglo se refiere, bajé la santamaría, pero se abrió una ventana maravillosa, la del rock latino.



No pude ni con Poison ni con Motley Crue, no soportaba ese atuendo tan recargado, mezcla terrible entre Yuyito y La Tongolele, y el sonido repetitivo y causón de bandas que sonaban todas igual pero con pelucas diferentes.

Y justo ahí, descubrí a Charly García, Yendo de la cama al living, Piano Bar y Modern Clics tienen todos los elementos para ser tres joyas de la música latina, el primer disco de Fito Páez, el inolvidable Rock And Ríos de Miguel Ríos, Barón Rojo, Leño , Ñu, son algunos de los nombres de bandas españolas que sonaban con mucha marcha, y le daban un colchón a lo que hoy se conoce como rock latino, Andrés Calamaro, Luis Alberto Espinetta, León Gieco, son tambien nombres importantes de artistas que tienen mucho que decir todavía, en esta historia que apenas comienza, la historia de nuestro sonido, que ahora ha crecido también en Venezuela, Colombia, Méjico, Chile, Perú, y lo que falta por nombrar en nuestro continente, muy a pesar de lo político, que además influye de manera directa en lo que se produce actualmente.

En Venezuela también se ha hecho mucho al respecto, aunque somos un país sin memoria, y muchos se han quedado en el olvido, en los ochenta se hizo bastante por el sonido del rock, no puedo olvidarme de unos de mis favoritos, La Misma Gente, quienes todavía por ahí hacen algún ruido, y amenazan con volver a grabar algo de las maravillosas letras de Petete (Pedro Lizardo), guitarrista, cantante y poeta como pocos en el mundo, a quien admiro y respeto.

Hay que nombrar a muchos más, Resistencia, Arkángel, Alta Frecuencia, Pastel de Gente, Hidra, Témpano, Aditus, Paul Gillman y una lista que prometo alargar en futuras bitácoras, para hablar un poco más de lo que nos tocó como país a nosotros los artistas venezolanos, que renegamos de todo lo nuestro, que no nos apoyamos y a veces da la impresión de que no nos queremos mucho.

Ojalá las cosas cambien algún día.