jueves, 7 de octubre de 2004

Reality Show



Llegué a mi destino aproximadamente a las 6:00 de la tarde, me esperaba una fresca y reconfortante brisa, premio a las más de dos horas de viaje por carretera, en no muy confortables condiciones, y después de haber dormido muy pocas horas la noche anterior.

La ciudad que visitamos ese día suele ser caliente, pero esa tarde era distinta, tranquila y paciente, condición extraña para ser un viernes en la tarde, quincena y fin de semana largo, pues se atravesó un martes siguiente que era de fiesta nacional.

Después de ordenar lo relacionado al trabajo que haríamos ese día, me dirigí a buscar un teléfono público cercano y en correcto funcionamiento para hacer algunas llamadas importantes en horas de la noche, ya que hacerlo por el móvil sale muy costoso tratándose de que son llamadas de larga distancia nacional.

Conduzco con dos amigos un programa de radio en la ciudad donde vivo, es un programa de variedades muy exitoso, que gira alrededor de la música y sus primos cercanos, el cine y el espectáculo y en vista de que tengo mucho éxito también en mis otras actividades paralelas, viajo con frecuencia y hago parte del programa de radio a distancia, asunto que le ha dado cierto toque de importancia, por el hecho de que llamas por teléfono reportando desde el lugar de los acontecimientos como si de un corresponsal de guerra se tratara.

Y hablando de guerra, vivimos en ciudades grandes y caóticas, con un altísimo índice de robos y secuestros ‘express’, especie de ‘reality show’ de la delincuencia.

Cuando por fin un espacio en la agenda de trabajo me permite el tiempo necesario para realizar la primera llamada, me dirijo al teléfono público que previamente había probado y ubicado, encontrándome con el siguiente mensaje: ‘solo se puede usar para hacer llamadas de emergencia’.

Camine algunas cuadras, alejándome bastante de mi lugar itinerante de trabajo y notando también que no era una zona muy segura, pero conseguí lo que buscaba, un teléfono en perfectas condiciones, una llave de agua potable en pleno desierto, vivimos en ciudades muy extrañas, con muchos servicios que no sirven.

La primera llamada conectó de inmediato con el número que marqué, y me atendió la persona que quería me atendiera, y el programa comenzó de la forma que lo habíamos planeado, hasta el momento en que sentí algo en mi espalda que pensé había sido un error de impresión y escuche una frase mil veces repetida en nuestras calles: ‘no te muevas, dame todo lo que tienes, y si volteas, te mato’.

No era broma, me estaban asaltando, eran tres individuos, y todos con armas de fuego, el intercambio de palabras y nervios se escuchaban al aire, en vivo; en la emisora de radio a través del teléfono público; había comenzado el show.

Ya bien quisieran algunos ejecutivos de grandes cadenas de televisión tener momento en vivo tan emocionante y tan verdadero, me hubieran pagado una fortuna por un‘reality’ tan real, hasta el momento en que sonó el primer disparo y una bala cegó para siempre la vida de este narrador, que vivió solo para contarlo en vivo y directo, en el mismo momento y lugar que sucedieron los hechos.

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